Hace pocos días, un conocido me
llamo, y me dijo “amigo, la embarre, me metí
en un lio”, me comentó que le había pegado
a la mujer, y que ella lo había denunciado ante la fiscalía.
El no solo estaba hecho un mar de remordimientos, sino de nervios,
porque además de lo que moralmente significaba esa agresión, también se exponía
a perder su trabajo, ya que el lugar donde trabaja, una empresa de reconocida
trayectoria en la ciudad, no le perdonaría un acto como este, con el agravante
que hacia pocas semanas el ya había tenido un percance que por poco le costaba
el puesto.
Cualquiera que conozca a Carlos (Obviamente
le estoy cambiando el nombre real) no lo
creería capaz de esa conducta, pocas
personas tan bonachonas, de tan buen sentido del humor, con una risa tan contagiosa y sobre todo tan cariñoso y
dedicado a su hogar, la relación que lleva con su esposa a todas luces se ve
solida y ante una reacción de estas, los que lo conocemos lo primero que hacemos es preguntarnos ¿porque
lo hizo?
Cuando le hice la pregunta , me contó que en la noche anterior , sonó el teléfono celular y al él contestar ,una voz de mujer se despacho inmediatamente diciéndole que controlara a su mujer , porque
ella tenía una relación amorosa con su marido( con el de la que llamaba), La Sra.
alcanzo a contarle detalles de la cruel
infidelidad y ahí se armo Troya.
Tal parece que la discusión llego
a unos límites nunca deseados y termino
en golpes y ofensas inconfesables, lo
que dejo a la mujer, maltratada en todos
los aspectos, pero el asunto tomaría un rumbo aun más doloroso cuando un par de horas después la agredida
mujer le devuelve la llamada a la supuesta delatora de la infidelidad y descubren que por un digito que marcó mal, había llamado al número
equivocado, en vez de marcar un 310 como era realmente , marco un 311 .
En el transcurso de esta semana
que comienza, Carlos tendrá su primera
cita ante la fiscalía, la Señora que llamó se ofreció a testificar a favor de él , el remordimiento que tiene por el lio que causó la ha llevado a intentar remediarlo, la esposa
de Carlos no ha aceptado hablar con él ni por teléfono, no lo llamó ni a felicitarlo el día de su cumpleaños que
fue hace dos días y el está sumido en una depresión , porque
sabe que el golpe físico que le propinó , le puede costar pagar cárcel y perder
el empleo, pero que la ofensa y la duda de la moral de su mujer, le costó
el amor de ella.
El me buscó necesitando consuelo
y consejo, yo procuré no empeorar
su ánimo, pero me costó mucho y terminé siendo
uno más de sus verdugos, confesándole que si a una de mis hermanas, algún hombre
le pone la mano encima, ahí sí sería capaz de perder cualquier rastro de ser
civilizado y me lo comía a golpes.
El acepta que se equivocó, está
en tratamiento sicológico y espera una oportunidad de recuperar su hogar, yo
solo le recomiendo que por lo pronto le respete la decisión a ella de alejarse mientras
reflexionan ambos .
Le digo que a mi parecer quedan dos enseñanzas muy claras, la primera
que nada, absolutamente nada , justifica pegarle a una mujer, y menos si
es “ Mi mujer” y segundo que antes de disparar , pregunte.
No faltará quien justifique estos actos por ira e intenso
dolor (de macho herido), pero si cada vez que un hombre le fuera infiel a una mujer,
ellas nos pegaran un tiro, ya nos hubiesen extinguido nuestro género de la faz
de la tierra.
Carlos me pidió que contara su
historia como un ejemplo de lo que no se debe hacer.